"Qué práctico es encontrar el lugar donde no tienen cabida ni el futuro ni el pasado, porque es ahí donde puedes sentir auténtica alegría.“
Algún día, inevitablemente, nos iremos todos. Todos, sin excepción, hemos de desalojar este lugar, tenemos que irnos. Y, sin embargo, la vida no te llega como futuro ni como pasado. El pasado es lo que se está desvaneciendo, ya se fue. El futuro es la esperanza que llegará. Pero ahí está, transcurriendo, ese estrechísimo espacio de tiempo que se llama el ahora. Ahí es donde existimos, donde existe nuestro cuerpo. En ese único tiempo es cuando existe el cuerpo. No puede existir en el futuro, dentro de diez segundos. De hecho, a nivel físico, no se nos permite estar ni en el pasado ni en el futuro, ni siquiera por una millonésima de segundo.
En cambio, los instrumentos que gobiernan este cuerpo –la consciencia, la mente, los medios para discernir y eliminar la ambigüedad- los empleamos a voluntad para que nos trasporten más allá del presente. Organizamos el vuelo desde un momento presente a un momento pasado. Y luego, cuando al fin decidimos retornar del pasado, atravesamos a toda velocidad el ahora dirigiéndonos directamente hacia el futuro sin detenernos nunca jamás, ni por un segundo, a preguntarnos cómo será el presente.
Estos viajes de ida y vuelta son a veces como un puente aéreo entre el futuro y el pasado, el pasado y el futuro, hasta que, de tanto en tanto, el vehículo se queda sin gasolina y cae en picado a tierra desde las nubes. Entonces, por fin, nos alcanza el momento presente y nos recarga de combustible, ¿pero qué hacemos? En lugar de decir: "Debería quedarme aquí porque es aquí donde necesito estar", volvemos a toda prisa hacia el futuro o el pasado.
Desde el pasado, vemos el sufrimiento que se proyecta hacia el futuro y nos desesperamos. Si vemos, en cambio, la posibilidad de eliminar el sufrimiento futuro, nos alegramos. Qué práctico es encontrar el lugar donde no tienen cabida ni el futuro ni el pasado, porque es ahí donde puedes sentir auténtica alegría. Éstas son las posibilidades increíbles que se le han regalado a cada ser humano, sin costo alguno: la satisfacción, el conocer.
Maharaji
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